GABRIEL YARED

 


Gabriel Yared, nació el 7 de octubre de 1949 en Beirut (Líbano). Compositor nacionalizado francés y afincado en Francia, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera, a pesar de que colabora de vez en cuando en Hollywood y en películas estadounidenses. Alcanzó notoriedad mundial tras el Oscar obtenido en 1996 por la triunfadora de aquel año, El paciente inglés, y ha mantenido una carrera equilibrada escogiendo cine europeo principalmente con puntuales regresos a películas americanas gracias a varios directores con los que ha trabajado regularmente.



Yared nació en una familia humilde y gracias a una temprana vocación musical que empezó en su niñez, su padre le costeó clases particulares de acordeón con un profesor, tras las cuales se despertó en él una insaciable curiosidad por profundizar aun más en la música. Enseguida quiso aprender a tocar el piano, al mismo tiempo que daba sus primeros pasos en la teoría musical. A los 14 años ingresó como organista en la Université Saint-Joseph de su ciudad natal, reemplazando precisamente a su profesor de piano, quien había fallecido, circunstancia que aprovechó para acceder a la biblioteca de la institución y sumergirse en la lectura de los trabajos de Bach, Schumann y otros compositores. Toda esta formación autodidacta y temprana le empujó a crear su primera composición, un vals ejecutado al piano. Años después, empezó estudios universitarios de Derecho, y aparcó momentáneamente su formación musical, y no sería hasta 1969 cuando viajó a Francia y se inscribió en la École Normale de Musique de París, donde pudo conseguir que renombrados profesores y músicos como Henri Dutilleux le instruyeran en composición musical. 



A finales de 1971, y durante un viaje por Brasil para visitar a unos familiares, se le presentó la oportunidad de trabajar en el Festival de la Canción de Río de Janeiro, creando una composición libanesa que representara a su país. La canción fue un éxito y consiguió el primer premio del festival, lo que supondría la aceptación plena para Yared de que la música debía ser su vocación profesional. Unos pocos años después, su carrera experimentó otro empujón gracias a su trabajo como arreglista y compositor para el álbum Minacantalucio, de la famosa cantante italiana Mina. Gracias a esto, numerosos cantantes y profesionales empezarían a requerir sus servicios. De vuelta en Francia, tuvo que hacer frente a las numerosas ofertas que tenía encima de la mesa, y en los años posteriores trabajaría con los hermanos Costa, Jacques Dutronc, Françoise Hardy, Charles Aznavour, Mireille Mathieu y muchos otros más. Fue un período prolífico e intenso, donde en solo seis años compondría más de tres mil piezas musicales, canciones y arreglos para una gran variedad de artistas.


 

Y paralelamente, empezó también a colaborar con otros medios, como la radio y la televisión, para los cuales también crearía bastantes temas musicales para intros de programas, melodías corporativas y músicas para series y programas. Ya en los 80, se introdujo poco a poco en el medio cinematográfico a raíz de sus éxitos en el mundo de la canción. La industria francesa empezó a descubrir poco a poco que el talentoso compositor libanés se adaptaba igual de bien a los dramas de ficción y a las películas que las canciones y las series de televisión. Tras algunas comedias y películas interesantes como La diagonale du fou (1984) o la americana Tres en un diván (1986), conoció su primer triunfo como músico de cine en La pasión de Camille Claudel (1988), donde su partitura romántica y afligida fue enormemente alabada. La película se llevó varias nominaciones al Oscar, y triunfó en los César franceses, donde Yared cosechó la primera nominación de su carrera. El músico proseguía con su ascendente trayectoria, y aunque seguía componiendo para películas francesas, cada vez eran más las llamadas telefónicas del otro lado del océano. 



Y también, las llamadas de los más reputados directores, como Robert Altman, que requirió de nuevo sus servicios para Van Gogh (1990) o Jean-Jacques Annaud, que lo fichó para la música de El amante (1991). Los 90 ya fueron una etapa de plena actividad para el músico libanés, pero su nombre aun no era conocido por el gran público, más allá de las fronteras de Francia. Pero su encuentro con cierto director británico iba a cambiar su carrera para siempre. Anthony Minghella era un cineasta con pocas películas en su haber, de escaso éxito, y llevaba tiempo queriendo levantar un proyecto con el productor Saul Zaentz: la adaptación de la novela de Michael Ondaatje El paciente inglés (1996), un melodrama de pasión, romance y aventuras en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Minghella quería realizar una película de aires clásicos, como las grandes producciones de antaño de David Lean, y sabía que uno de los aspectos principales a tener en cuenta era el de la música. Buscaba a su Maurice Jarre particular, el compositor con el que debía conectar para llevar a buen puerto su proyecto. 



Y lo encontró en Yared. Para esta película, el músico huyó de grandes orquestas y fanfarrias espectaculares, y logró alcanzar cotas de belleza y lirismo desde lo minimalista, desde lo más íntimo y profundo, sin renunciar a grandes momentos románticos y dramáticos. El paciente inglés  (96) fue el bombazo del año, alzándose con 9 Oscars, y otorgándole el suyo a un Gabriel Yared que, además, se hacía también con el Bafta y el Globo de Oro. A raíz de esta película, Minghella solo volvería a confiarle la parte musical de sus proyectos a Yared, con el que establecería una complicidad y una asociación inamovibles. Para el músico se abrió una nueva etapa, en la que se sucederían películas de Hollywood sin parar, mayormente dramas románticos que buscaban la calidad y el alma que el libanés mostró en la oscarizada película que le catapultó. Entre cada nuevo proyecto siempre destacaban sus películas con Minghella, donde se notaba que el músico se sentía a sus anchas y ofrecía siempre una calidad fuera de toda duda. El talento de Mr. Ripley (1999) y Cold Mountain (2003) daban fe de ello, donde las melodías íntimas y sentimentales de Yared se combinaban perfectamente con canciones y melodías de otros músicos. 



Ya en la década de los 2000, Yared empezaba a mostrarse cansado de que en Hollywood solo le llamaran para dramas románticos intensos y pasionales, género en el cual ya había demostrado su valía más que de sobra. Por eso acogió con entusiasmo la llamada del director alemán Wolfgang Petersen para pedirle su participación en el espectacular proyecto que estaba preparando sobre la adaptación de La Ilíada de Homero. Yared se preparó como nunca para este nuevo reto, y abandonando todo minimalismo, empezó a trabajar con orquesta grande de viento, cuerda y percusión, coros de voces búlgaras, cantantes macedonias y espectacularidad a raudales para realizar una composición digna de la leyenda de Troya, Aquiles y Héctor. Pero a solo un mes del estreno de la película, y con la árdua composición finalizada, Yared supo que su música era rechazada por los ejecutivos de la Warner, después de una proyección de prueba para una audiencia escogida, quien había encontrado la música anticuada y poco adecuada. James Horner fue contratado a toda prisa para que compusiera una banda sonora en pocas semanas de cara al estreno de la película, mientras Yared veía como su trabajo de meses quedaba fuera del proyecto. 



El músico no se quedó de brazos cruzados y publicó una carta abierta en su propia página web, donde acusaba a la Warner de precipitarse y de tirar por tierra meses de investigación y trabajo para el proyecto. También alegaba que durante la proyección de prueba, la banda sonora no estaba bien mezclada, y que la calidad del sonido era pésima, además de que no le dieron ni una mínima oportunidad para realizar ajustes, arreglos o componer más música de cara al estreno. Todo en vano. La película se estrenó en la primavera de 2004 con la apresurada música de Horner, y la composición completa de Yared se filtró por el ciberespacio de forma casi inmediata, además de que ciertos fragmentos podían escucharse en la misma página web del músico. Las diferencias entre la oficial (reconocida como uno de los trabajos más flojos de Horner) y la rechazada era tan grandes, que aun hoy este capítulo se reconoce como una de las mayores injusticias y polémicas en el mundo de la música de cine. 



La de Yared es un prodigio de espectacularidad, épica y desbordante adrenalina que encajaría completamente con las imágenes de la película, así como una colección de momentos románticos y trágicos de una emoción inigualable para el género. Una partitura que debió haber llegado a las pantallas de cine, e incluso a las nominaciones de los premios. Tras este doloroso capítulo, se distanció de Hollywood y sus películas, volviendo a Europa, donde mantendría su prestigio en películas como La vida de los otros (2006). Compuso la música de la última película de su inseparable Minghella, Breaking and Entering (2006), antes de que el director falleciera prematuramente por cáncer. De vez en cuando aceptaba participar en pequeñas películas norteamericanas que supusieran un reto para él, en distintos géneros, como el del terror (1408) o la aventura (Amelia), pero a partir de esta última etapa se centraría en su faceta de orquestador y compositor, colaborando puntualmente en distintas películas europeas, la mayoría de las cuales tienen éxito o son renombradas, como Un asunto real (2012) o El profeta (2014). 



Pero recogiendo el testigo de Minghella, ha habido otra directora que ha conseguido de Yared el entendimiento y la complicidad necesarias para que el músico decida repetir con un mismo cineasta: Angelina Jolie, quien escogió al libanés para su ópera prima, En tierra de sangre y miel (2011), un relato de amor en medio de la sangrienta Guerra de los Balcanes. Yared demostró una vez más su experiencia y su valía con una afligida, opresiva y lamentable música que retrataba magistralmente el horror de la guerra y al truncamiento que provoca en cualquier relación entre personas. Aunque para su siguiente película como directora no llamara a Yared, Jolie siempre considera al compositor uno de los mejores y por eso volvió a contar con él para su último proyecto, Frente al mar (2015), un drama íntimo de aires europeos en el que Yared volvió a mostrarse solvente y acertado.



Yared sigue siendo respetado y admirado, especialmente en la cinematografía francesa y europea, donde sigue dejando trabajos año a año, siempre correcto y siempre dejando su impronta de músico con talento que sabe lo que necesita cada película de él. Lástima que Hollywood le rehúya en los últimos años, después de las grandes contribuciones que hiciera en décadas anteriores, pero Yared prefiere confiar más en directores y películas que en industrias, así que probablemente volvamos a verle colaborando en películas de cualquier nacionalidad, estadounidense incluida, si el proyecto y el cineasta le atraen. Una filmografía como la suya bien vale que se apueste por él como carta ganadora para cualquier director que entienda que la música que componga el libanés puede ser cine para su película.



CARTELES de las películas seleccionadas:








Fuente: mundobso.com

Imagen: notrecinema.com

Carteles películas: 

filmaffinity.com/pinterest.com/sensacine.com/abc.es/coveralia.com


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